Hambre en Venezuela

Yolanda Peña

Testimonio

“Acá no hay comida… lo que hay es muchachos.

Habíamos dejado de sembrar trigo y maíz porque estábamos sembrando zanahoria y papa para vender. Pero entonces cuando tenemos la plata no tenemos qué comprar, así que tuvimos que volver a sembrar trigo y maíz para poder comer, después de estar siete años sin hacerlo.

Queríamos dinero. Nunca pensamos que lo que íbamos a necesitar era algo que comer.

Le nevera está más barrida que el piso: dos limones, un cilantro y dos papas. Entre seis niños y ocho adultos, somos catorce en esta casa. Y esta noche la cena es papa cocida.

Tengo cuatro hijos de 12, 9, 6 años y mi bebé de seis meses. Mi bebé toma leche de la vaca, porque como yo sólo como papa la leche sale rara. En cambio la de la vaquita la ha tolerado bien.

Yo limpio posadas, pero como me acaban de esterilizar estaba de reposo. En el hospital de la Universidad de Los Andes están esterilizando a las mujeres hasta con dos hijos y es gratis. Empecé de nuevo a trabajar y con lo que me pagaron del día compré crema de arroz para el atol del tetero de mi niña y se me acabó el dinero.

Hay días que no cenamos. Tampoco almorzamos. Cuando hay dinero no sirve de nada, porque no hay las cosas. Pedimos trigo prestado para comer. Acá nadie lo vende porque todo el mundo necesita el trigo por igual. Si hoy te prestan tres kilos, mañana debes tres kilos. Ahora debo bastante: un bulto de maíz de veinte kilos y media arroba de trigo, que son seis kilos.

Yo me preocupo por los niños y  por mi mamá. Comer papita todo el tiempo es muy mala alimentación. Hoy fue papita en la mañana, papita en el almuerzo y, si cenamos, será papita.

Le ruego a Dios que esta situación cambie.

Desde enero del año pasado estamos pasando hambre. He llorado mucho. Cada día es más fuerte. No consigo acomodo, pero mis hijos no me ven llorando. No me gusta preocuparlos.

No sé qué decir sobre qué va a pasar, porque la verdad no lo sé. Yo las noticias no las veo porque dicen que no hay escasez, que sí hay comida o que ya va a llegar, pero esta es la hora en que yo no veo que llegue. Mi hermano dice que tenga fe en Dios, que todo va a cambiar. Y yo creo que tengo fe, pero a veces la pierdo porque veo que las cosas se ponen peor.

A pesar de que a veces no cenamos, dormimos bien. Los niños ya están acostumbrados”

Yolanda Peña. 31 años. San Rafael, estado Mérida.

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