Hambre en Venezuela

Natasha Salvador

Testimonio

“Cuando mi hijo me dice ´Mami, quiero otra arepa´, yo le digo que no porque mañana también se come. He hecho colas de cinco y siete horas, me ha llovido encima sin poder moverme para no perder el puesto y he llorado por dos harinas de maíz.

Me he sentido como una mendiga.

San Carlos es un pueblo gobiernero. Aquí todo el mundo trabaja para la administración pública, porque prácticamente no hay empresa privada y las que quedan están cerrando. Un sueldo de empleado público no alcanza. Y trabajar para el Estado no representa ningún beneficio: la cola es igual para todos.

No me corresponde bolsa CLAP porque la gobernadora del estado dijo que para la clase media nada. Yo quedé catalogada como clase media alta por la urbanización donde vivo, pero me siento muy pobre en realidad.

Yo pienso todo el día en cómo darle de comer a mis hijos de 8 y 16 años y a mi mamá. Hago cola desde la madrugada con la de 16, también con su mal humor y su desesperanza. Tengo otra hija de 21 años que está casada con un norteamericano y vive en Springfield, Ohio, y me subsidia. De no ser por lo que manda todos los meses en dinero habría tenido que vender el carro.

Tuve la oportunidad de salir del país, de viajar, de conocer otras realidades, de estudiar, de comprar apartamento, de surgir. Vengo de abajo y estoy volviendo abajo. Ahora debo ir de cola en cola sin saber siquiera lo que va a llegar. Me abochorna lo que me hacen hacer a mí y a todos los que estamos allí.

Mi única meta es irme del país, llevarme a mis hijos, correr a un sitio lejos de aquí donde haya comida. No tenemos ningún futuro acá. No quiero que mis hijos mendiguen”

Natasha Salvador. Contador público y profesora universitaria de Matemática en UNELLEZ y Misión Sucre. 42 años. San Carlos, estado Cojedes.

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